sábado, enero 27, 2007

¿Sesión completa?

Como cada día impar de este mes (el próximo mes creo que seré afortunada los días pares) me acerco a su calle y me paro frente a su ventana. Miro mi reloj, las siete y cuarto, todavía es temprano. Con la torpeza de unas manos heladas, las mías, busco un cigarro, lo enciendo y finjo estar esperando. No es necesario fingir, en realidad lo estoy haciendo, estoy esperando. Tercer piso, segunda ventana empezando por la izquierda; diez minutos y hará acto de presencia.
Pero antes, como casi siempre que vengo, me encuentro con el mismo holandés pesado con su puto perro. Saco el teléfono del bolsillo de la chaqueta, esquivo al animal, que debe oler mi excitación, o miedo y siempre se acerca, saludo al dueño con una sonrisa de mentira y llamo a un número que no existe. Los minutos se burlan de mí, me toman el pelo. Controlo por el rabillo del ojo al perro y su dueño mientras continúo mi monólogo con el móvil pegado a la oreja.
Por fin la luz se enciende. Entra en la habitación, lleva el albornoz verde y una toalla rosa enroscada en la cabeza. Lentamente se desprende del primero, regalándole a mis retinas la imagen desnuda de su cuerpo. Empiezo a agitarme, ella como siempre se mueve serena al ritmo de alguna melodía que mi oído, aunque se esfuerza, no alcanza escuchar. Se acerca a la cómoda y abre el primer cajón, es ahí donde guarda todas sus cremas. Tres tarros de diferentes potingues que yo desearía extender sobre su cuerpo. En cambio me conformo con ver cómo lo hace ella mientras mi excitación incrementa. A veces me da la impresión de que conoce mi presencia al otro lado de la ventana, que me regala cada gesto, cada movimiento. Sin embargo, otras veces me imagino cuanto me avergonzaría si me descubriera.

jueves, enero 18, 2007

Una vez más se arrepentía ante ella. Trataba de excusar su error, disfrazarlo de desliz con prendas de alcohol. Ya había llovido desde la fatídica noche, sin embargo ella ni olvidaba ni quería olvidar aquello en lo que en su día se escudara para dar por finalizado el vagar sin rumbo cogida de su mano.

martes, enero 16, 2007

Unas horas, nada más

Déjame estar, déjame arrastrarme. Sólo esta vez.
Déjame rendirme, tirar la toalla, bajar la cabeza, llorar hasta mañana.
Quiero pasar la noche abrazada a mi almohada, sola, olvidada.
Echo de menos estar sin ser, y ser sin estar.

domingo, enero 14, 2007

Lejos de odiarla le doy las gracias

Me enseñó a acariciar la piel, a besarla, a recorrerla con la lengua, a arañarla;
a mecer pechos en las palmas de mis manos antes de morderlos dócilmente, como si de fruta madura se trataran;
a susurrar guarradas al oído, a atrapar lóbulos entre los dientes;
a enredar mis dedos entre el vello púbico, a tirar levemente en el momento oportuno;
a lamer coños, a sorber clítoris, a penetrar con mi lengua;
a tantear orificios prohibidos con mis dedos, a allanar la morada de la vergüenza llevando como cómplices unas tailandesas;
a sujetar firmemente dildos en mis manos, a chuparlos antes de clavárselos;
me enseñó cómo dos cuerpos de mujer encajan;
cómo es el juego a tres bandas;
cómo se cuentan las vértebras de una espalda;
cómo huelen las nucas de las mujeres recién folladas;
cómo sabe la piel sudada…

después me dijo que prefería mantener sexo con hombres, y se fue.

viernes, enero 12, 2007

La chica del autobús

Hoy se ha retrasado unos minutos, quién sabe, quizá se haya entretenido hablando con alguna compañera a la salida del trabajo. Aún así viene con paso tranquilo, parándose con cara soñadora ante los escaparates de las boutiques más exclusivas. Imaginando su cuerpo embutido en alguno de aquellos modelitos . Y ya puestas a imaginar, viendo con agrado cómo el espejo de los probadores le devuelve, cómplice, su imagen con unos cuántos quilos menos y un nuevo corte de pelo. Así sí que la querría. Así sí que nunca se hubiese ido. Pero ahora no tiene ni dinero para gastarse en un “capricho” como lo es ir a la peluquería, ni fuerza de voluntad como para iniciar una nueva dieta.
Al llegar ha pasado delante de mí y se ha situado a mi izquierda, apoyándose ligeramente en un lateral de la marquesina. Hoy está triste. Tiene la mirada fija en el fondo de la calle, por donde debe llegar su autobús. Aunque en realidad no es ahí hacia donde mira, yo creo que se está mirando a sí misma, compadeciéndose, sintiendo lástima por lo que pudo ser y no fue, por el proyecto de vida que fue olvidando con el devenir de los días.
La miro durante un instante, de forma inconsciente mis ojos se posan sobre la sombra en que se ha convertido. Ella me devuelve una mirada despectiva. Con una sonrisa en los labios le ofrezco un sitio junto a mí, ella gira la cabeza con indiferencia hacia el otro lado y me responde con un seco “No, gracias”.
La tarde se le ha vuelto color gris y en la niebla de sus ojos aparece él, siempre él. Él, que la mira con desprecio, él, que ya no la toca, él, que la rehuye, él, que ha dejado de quererla. Él y su silencio. El silencio y siempre él, que ya no está, que ahora es un desconocido.

martes, enero 09, 2007

Volver

Sí, he sobrevivido a las Navidades, pero llevo tanto cansancio acumulado que ahora necesitaría unas buenas vacaciones. Eso y que mi estómago se reconcilie conmigo, el pobrecito se pone tenso cada vez que prevé la llegada de comida.
La vuelta ha sido dura, una venía acostumbrada a la limpieza del hogar familiar, a tener la comida sobre la mesa un par de veces al día, a que la ropa apareciese limpia y planchada en el armario… Y no es que yo sea medio marquesa, pero bien es cierto que cuando una se va fuera del hogar paterno al volver todo son atenciones; hasta he logrado durante tres semanas me hicieran la cama (esto no debería decirlo, pero es que detesto hacer la cama, prefiero antes cualquier otra actividad doméstica, aunque sea limpiar retretes).
De todos modos la libertad no tiene precio, y eso de entrar y salir con quien, cómo y cuando a una le plazca… Menos mal que ya tocaba volverse, porque los últimos días estaba un poco saturada y cansada de que a partir de las nueve de la noche me soltasen el perro por la finca ( entrar en casa se volvía una odisea: le tengo no miedo sino pánico a los perros).
Además, vuelvo a tener Internet.

martes, enero 02, 2007

S.O.S.

He sido secuestrada por mi familia STOP Me están cebando STOP Sospecho que quieren sacrificarme y comerme la noche de Reyes STOP Cambio todos mis regalos de Navidad por billete de vuelo con destino Países Bajos, fecha de ida YA!! STOP

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