Tarde rara
Nada me hacía presagiar, cuando tomé la bicicleta a eso de las 8:30 de la tarde, que hoy el camino de vuelta a casa se vería interrumpido. Pedaleaba yo feliz, escuchando a Billy Joel y su Piano Man, pensando qué haría para cenar, y regocijándome en la destreza con la que ahora manejaba sin manos, cuando de pronto una explosión de luz cegó mi visión durante unos segundos. Como iba sin manos perdí el control de la bicicleta, la rueda delantera se giró, y me fui a caer entre unos arbustos. Maldiciendo traté de desenredar mis piernas del cuadro de la bicicleta, pero antes de que pudiera levantarme sentí una extraña presencia a mi espalda. Una mano de dedos largos y huesudos tiraba de mi chaqueta hacia arriba, tratando de descubrir mi piel. De un brinco me puse en pie, y traté de zafarme como pude del abrazo de aquel repugnante ser. Asustada comencé a golpearle, puñetazos y patadas (benditas Chirucas) volaron entre los arbustos. Hasta que el extraño cuerpo retrocedió en sus pasos, herido, hambriento, humillado, excitado. La época de celo había comenzado! Me subí a mi Mercury y huí del lugar, a todo pedalear, haciendo mi asma aflorar.
Al llegar a casa mi compañera de piso me preguntó si me había encontrado con los del control de luces de bicicletas…
Al llegar a casa mi compañera de piso me preguntó si me había encontrado con los del control de luces de bicicletas…
6 Comments:
jajaja, me parto...qué loca!!
jajajaja, buenísimo!!!
Parece lo que le pasó San Pablo camino de Damasco.
Estoy de acuerdo, es una versión modernizada de la misma revelación ;)
piano man es una gran canción ;)
Vaya..todo lo que he leido...genial.
Besitos!
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