9:55 horas.
Sentada en su silla, con las manos cruzadas sobre el regazo y su impaciencia luchando contra la insolencia del tiempo, fija la mirada en el reloj de la pared del fondo, aguardando, nerviosa, que den las diez. No hay visitas hasta esa hora. Son las normas, inquebrantables incluso en días especiales como hoy.
Procura mostrarse serena, pero algo le bota en el pecho, y en sus vidriosos ojos puede reflejarse la emoción acumulada durante un eterno año.
Intuye sorpresas, y sonríe, pícara.
14:29 horas.
Continúa sentada, las manos cruzadas sobre el regazo, y un nudo en el pecho. Su intuición no le ha fallado; ha habido sorpresas. Con la voz quebrada pregunta a la enfermera la fecha, rezando haberse equivocado de día.
Sentada en su silla, con las manos cruzadas sobre el regazo y su impaciencia luchando contra la insolencia del tiempo, fija la mirada en el reloj de la pared del fondo, aguardando, nerviosa, que den las diez. No hay visitas hasta esa hora. Son las normas, inquebrantables incluso en días especiales como hoy.
Procura mostrarse serena, pero algo le bota en el pecho, y en sus vidriosos ojos puede reflejarse la emoción acumulada durante un eterno año.
Intuye sorpresas, y sonríe, pícara.
14:29 horas.
Continúa sentada, las manos cruzadas sobre el regazo, y un nudo en el pecho. Su intuición no le ha fallado; ha habido sorpresas. Con la voz quebrada pregunta a la enfermera la fecha, rezando haberse equivocado de día.
3 Comments:
Un poco triste, no?. Por un momento me ha invadido la soledad del personaje.
Un beso :o)
Me ha encantado el relato, pese a la tristeza...escribes genial sobre cualquier tema. Bicos
Ufff, eso duele.
Abrazos!!
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